Generalmente se les describe asomadas en la superficie del agua o sentadas sobre una roca contoneándose con el pecho desnudo, acariciando las rocas, sosteniendo un espejo en la mano y peinando con la otra su larga cabellera, la cual es extremadamente larga y de color rubio, rojo, azul, verde o de cualquiera de las tonalidades del mar.
Otras de sus características que las vuelven tan seductoras es el movimiento ligero y sinuoso de sus cuerpos al nadar.
Además, el echo de que son inalcanzables –tanto física como visualmente, puesto que se escapan a gran velocidad si un hombre quiere verlas o atraparlas- las convierte en mujeres súper atractivas. Asimismo, las sirenas cuentan con otros poderes, ya que son capaces de adivinar el futuro, y si se juntan, pueden otorgar poderes sobrenaturales a los hombres de quien se hallan enamorado.
Su canto, la mayor de sus armas de seducción es dulce, agudo, melodioso y tan lleno de promesas de amor, que hipnotiza a cuanto marinero lo escucha atrayéndolo hacia sí y haciéndolo naufragar.
Se dice que si un hombre es capaz de resistirse a la atracción del canto de las sirenas, una de ellas muere. A veces han aparecido como terribles seres marinos del mar cuyo único objetivo es hundir los barcos y ahogar a los marinos. Esto se debe a que el agua es considerada como un elemento muy benéfico, pero al mismo tiempo muy traidor. Está perfidia del agua está representada por mujeres irresistibles que seducen a los hombres para llevarlos a la muerte. Otras más son seres benignos que buscan iluminar el fondo del océano con sus brillantes cabellos y aletas y armonizar las playas con sus dulces voces. Fue así como se convirtieron en representantes de las armonías celestiales y pasaron a ser dibujadas en ataúdes y sarcófagos de muchas partes del mundo.
No es gratuito que estos conceptos se relacionen tan estrechamente puesto que, desde la antigüedad la sirena ha sido como la mujer perfecta e inalcanzable, además eran consideradas como seres sin alma que buscaban absorber la de los hombres.
Sin embargo, las sirenas no siempre han sido como las conocemos hoy. Actualmente se les considera que son mujeres-pez, mientras que según la mitología griega, eran aves con rostro de mujer. Una teoría sobre esta confusión es que las sirenas (mujer-ave) perdieron una competencia de canto contra musas que, enojadas por la puesta duda de sus cualidades, les arrancaron sus pluma y con sus alas desplumadas no les servían para nada, las cambiaron por una cola de pescado. Otra versión es que las ninfas marinas estaban obsesionadas por conservar su virginidad, por lo que Afrodita, la diosa del amor y la belleza, se enojó con ellas y decidió convertirlas en pez para que así nunca pudieran tener relaciones sexuales. La otra versión es que las mujeres-pez (doncellas del mar) absorbieron el nombre de sirenas, puesto que compartían con estas los dotes del canto y la atracción de los marinos.
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